viernes, 28 de noviembre de 2008

ONTOLOGÍA DE PARMÉNIDES

El pensamiento de Parménides madura, crece, en vigor y en esplendor, conforme va acometiendo la crítica de Heráclito.
Se enfrenta con la solución que Heráclito da al problema metafísico. Analiza esta solución y encuentra que una cosa es y no es al mismo tiempo, puesto que el ser consiste en estar siendo, en fluir en devenir.
Dice Parménides que esto es absurdo, es ininteligible, no hay quien la entienda.
El ser es; el no ser, no es. Y todo lo que sea salirse de eso es descabellado, es lanzarse, precipitarse en la sima del error.
Parménides no solo critica a Heráclito sino que añade una construcción metafísica propia. Parménides de descubrir el principio lógico del pensamiento, que formula en estos términos categóricos y estrictos: El ser es; el no ser, no es.
Este principio que descubre Parménides y que los lógicos actuales llaman principio de identidad, le sirvió de base para su construcción metafísica. Parménides dice: en virtud de ese principio de identidad, en virtud del principio de que el ser es, y el no ser no es, principio que nadie puede negar sin declararse loco. Podemos afirmar, lo primero que el ser es único, pero además podemos afirmar que es eterno. El ser es inmutable no puede cambiar. Por consiguiente no tiene límites por que no está en ninguna parte y es ilimitado. El ser es inmóvil porque moverse de un lugar para estar en otro. Por que esto supone que el lugar donde está es más amplio.
Con ese sentido de coherencia lógica que tienen los niños saca la conclusión: este mundo abigarrado de colores, sabores, de olores, de movimiento, de la multiplicidad de los seres, de su variedad, de su movimiento, todo este mundo sensible, es una apariencia, es una ilusión de nuestros sentidos, una ilusión de nuestra facultad de percibir.
En realidad, el ser es único, inmutable, eterno, ilimitado, inmóvil.
Declara entonces Parménides, resueltamente, que la percepción sensible es ilusoria. Lo que hay en es un mundo sensible y un mundo inteligible.
El mundo sensible es absurdo, porque si lo analizamos bien, tropieza a cada instante con la rígida afirmación racional de la lógica, que es: el ser es, y el no ser no es.
El mundo sensible es ininteligible. Por eso frente al mundo sensible que tocamos, pero que no podemos comprender, coloca Parménides un mundo que no podemos comprender, coloca Parménides un mundo que no vemos, no tocamos, del que no tenemos imaginación ninguna pero que podemos comprender.
Zenón de Elea se propone pulir, una serie de argumentos incontrovertibles que demuestran que el movimiento es impensable; que no podemos racionalmente, pensarlo, por que llegamos a absurdos.
A Platón lo convence Zenón; tanto que en el problema de la metafísica elimina el movimiento del mundo inteligible, y lo deja recluido, como los eleáticos, en el mundo sensible, en el mundo de la apariencia.
La importancia que Parménides tiene para la filosofía actual es que tenemos del ser una concepción estática en vez de tener una concepción dinámica.

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